LA PUBLICIDAD TRADICIONAL NO HA MUERTO, TAMPOCO ESTABA DE PARRANDA.

Desde que lo digital, por allá al inicio de los 2000, se fue tomando por el mango esto de las comunicaciones y la publicidad, pareciera que los medios de comunicación tradicionales y, con ellos, las formas de hacer publicidad que les corresponden, hubieran entrado en su camino hacia la desaparición. Sin embargo, el paso del tiempo nos ha demostrado que nada hay más alejado, que en el camino del consumidor, los momentos en los que se encuentra con la marca por canales tradicionales son tan importantes como los digitales y que, incluso, un medio de comunicación masivo o una activación, en el momento oportuno, puede ser la diferencia entre un transeúnte y un cliente. 

Pero, no nos adelantemos,  primero lo primero, ¿qué es la publicidad tradicional?

La publicidad tradicional son todas esas estrategias de comunicación para la promoción de un producto o un servicio que implementamos a través de los medios tradicionales, masivos, como la prensa, las revistas, la televisión y la publicidad exterior; o de BTL, como las activaciones y  las degustaciones, entre otros. Esta publicidad, que no implica necesariamente contacto directo entre el anunciante y el cliente, y, mucho menos, una bidireccionalidad, tiene su encanto: está ahí donde el consumidor se encuentra, está en el recorrido en automóvil, en el programa de televisión favorito, en la revista de su interés, con el mensaje de la marca, contándonos qué es el producto o el servicio, hablándonos de él, de sus beneficios, emocionándonos frente a estos (además de las infinidades de  posibilidades maravillosas que nos ofrecen las activaciones, aunque han sido reducidas en este periodo de pandemia, por cuestiones de salud pública). 

Ahora sí, ¿sigue viva?

Sigue viva, y más que nunca. Más ahora, que los anunciantes están redescubriendo su encanto, que se están enamorando de sus posibilidades y que están dándose cuenta de que los gigantes digitales, aunque requieren inversiones menores, tienen limitaciones también. Su bidireccionalidad, en apariencia tan maravillosa, pone en riesgo la reputación de la marca, cuando los trolles o los haters  hacen su aparición en el feed. Y, además, no todas la audiencias están incluidas, hay segmentos de la población, por edad, por ubicación geográfica o por estilo de vida, que se encuentran marginados o que hacen un uso marginal de las redes. Además, la vida transcurre tras las pantallas del computador y del celular, pero también en la calle, también en el televisor, también en el ingreso al centro comercial. Hay que estar en las redes sociales, pero también conviene cruzarse en el camino con la valla en el lugar preciso, con el anuncio en la revista física que todavía entretiene a las personas, con el comercial emocional en la mitad del programa de televisión o que el aviso en el periódico que todavía llega a los hogares.  

De todas maneras, hoy nos enfrentamos a un consumidor más exigente, más ocupado, por lo que es más difícil captar su atención y nuestra misión es abrir la mente cada vez más para llevar la creatividad al límite,  porque estamos más que obligados a evolucionar continuamente para adaptarnos y transformarnos si queremos llevar el ritmo de este mundo cambiante. Por eso decimos que la publicidad no muere, se transforma, crece y evoluciona. 

Así que si estás pensando en implementar una estrategia con publicidad tradicional ¡felicidades, eres uno de los nuestros y queremos asesorarte!